¿Listo para una historia que te va a sorprender? Porque hablar de Apple es más que hablar de gadgets; es sumergirse en una revolución que empezó en un garaje y conquistó el mundo. Pero entre sus historias legendarias hay una joya tan extraña como fascinante: la prohibición total de las máquinas de escribir en sus oficinas.
En pleno auge del Apple II, mientras el mundo empezaba a despertar a la revolución digital, en las oficinas de Apple aún resonaba el nostálgico «clac-clac» de las máquinas de escribir. ¡Sí, en Apple! Como si se hubieran quedado atrapados en una dimensión paralela donde futuro y pasado convivían en la misma sala.
Pero esta situación no le hacía ni pizca de gracia a Mike Scott, CEO por aquel entonces de la compañía. Un buen día, harto de la ironía, lanzó una circular interna que más bien parecía una sentencia: «¡Adiós, máquinas de escribir, y no vuelvan nunca!». A partir de ese instante, cada empleado debía decirle sí al futuro y pasar a hacer clic, clic, clic en los ordenadores de la casa.
¿El mensaje? Apple no solo vendía tecnología, la respiraba. Y en su camino hacia cambiar el mundo, lo obsoleto no tenía permiso ni para asomarse.
La decisión de Mike Scott no solo fue un movimiento tecnológico, sino una estrategia de marketing tan audaz como brillante, que pondría en marcha lo que luego sería conocido como el legendario «dogfooding». ¿Te suena raro? ¡Es literal! “Comer tu propia comida para perros” es la metáfora perfecta: si confías tanto en tu producto, lo usas tú mismo.
En otras palabras, si los genios de Apple no tecleaban en sus propios ordenadores, ¿por qué deberían hacerlo los consumidores? La apuesta era clara: Apple no solo hacía computadoras, vivía y respiraba su propio futuro digital, y te invitaba a hacer lo mismo. ¿El resultado? La tecnología se servía en casa… y en cada escritorio del mundo.
Este movimiento estratégico de Apple no fue tan simple como apretar un botón de «reset». En los años 60 y 70, las máquinas de escribir no eran solo herramientas, ¡eran casi un símbolo de poder en las oficinas! Grandes empresas, pequeñas tiendas, y hasta tu tía que llevaba la contabilidad, dependían de esas ruidosas reliquias para hacer todo. Y, por supuesto, Apple no era la excepción.
Por ello, dar el salto al uso exclusivo de ordenadores fue algo así como pedirle a un oficinista que se bajara de su caballo y condujera un cohete espacial. La transición no solo sacudió la cultura laboral, sino que también exigía un voto de confianza absoluto en un producto que, para muchos, seguía siendo el «niño nuevo» en la oficina. Pero así es Apple: si no desafía lo establecido, ¿realmente está innovando?
Evidentemente, hubo resistencia inicial, porque ¿quién quiere abandonar el «clic-clac» de su querida máquina de escribir por un nuevo y extraño Apple II? Pero Apple no solo logró que sus empleados dejaran atrás lo viejo y abrazaran su flamante procesador de textos; este movimiento fue un golpe maestro en todos los niveles.
Al convertir sus propios productos en herramientas indispensables dentro de la empresa, Apple gritó al mundo: «¡Si nosotros lo usamos y nos encanta, imagina lo que hará por ti!». De repente, no solo vendían tecnología, sino que demostraban que sus equipos no eran simples gadgets para presumir, sino auténticas soluciones para llevar la productividad y eficiencia a niveles nunca antes vistos. ¿El resultado? Un éxito rotundo que dejó a todos preguntándose cómo habían sobrevivido sin ellos.
Lo que comenzó como una jugada audaz de Apple, el famoso «dogfooding», hoy es una tradición casi sagrada en el mundo tech. ¿Quiénes están en la fiesta? Gigantes como Google, Microsoft y Amazon, que no lanzan un producto al mercado sin antes haberlo probado ellos mismos hasta la saciedad.
Básicamente, si sus empleados no pueden vivir sin él, saben que tú tampoco podrás. Este ritual de usar sus propias creaciones no solo les permite cazar errores antes de que te toquen a ti, sino que genera una conexión casi mágica con sus consumidores. El resultado: confianza total en una empresa que no solo crea, sino que también juega en primera línea para garantizar que lo que llega a tus manos es pura calidad.
La historia de cómo Apple le dijo «adiós para siempre» a las máquinas de escribir no es solo una divertida anécdota del pasado, es un recordatorio del poder que tiene una compañía cuando no solo vende tecnología, ¡sino que apuesta todo por ella!
Esto no fue solo una estrategia de marketing ingeniosa; fue Apple mostrando músculo, demostrando que sus propios productos podían solucionar sus problemas internos. Al fin y al cabo, no hay mejor mensaje que predicar con el ejemplo.
En lugar de solo hablar de innovación, Apple la vivió, creando una coherencia tan sólida entre lo que decían y lo que hacían, que el mercado no pudo evitar confiar en ellos. Porque cuando una empresa cree tanto en lo que hace, tú también quieres ser parte de esa historia.
Lecciones de Apple para el futuro de la ingeniería: Innovar o quedar en el pasado 💡
Las empresas del sector de ingeniería e industrial pueden sacar jugosas lecciones del manual estratégico de Apple.
1️⃣ Primera lección: confía en lo que creas.
Si usas tus propios productos internamente, no solo aseguras que sean de calidad, sino que además envías un mensaje claro: “si es bueno para nosotros, también lo es para ti”.
2️⃣ Segunda: adiós a lo obsoleto, hola a la innovación.
Adoptar lo nuevo y desprenderse de lo obsoleto es la clave para ser más eficiente y no quedarse atrás en un mercado competitivo.
3️⃣ Tercera: coherencia total.
Alinear lo que produces con lo que usas es como dar una lección de autenticidad que tus clientes no podrán ignorar.
4️⃣ Cuarta y última: la magia está en adaptarse.
Apostar por una transición tecnológica a tiempo es como poner turbo a tu competitividad en un mundo que no espera a nadie.
Sabemos que la coherencia entre lo que una empresa hace y lo que proyecta es como el superpoder secreto para ganar la confianza de su audiencia.
Al estilo Apple con su famoso “dogfooding”, las empresas deben practicar lo que predican. Y eso es justo lo que hacemos: ayudamos a las compañías del sector de ingeniería e industrial a alinear sus acciones internas con su imagen externa. ¿Cómo? Con marketing de contenido y comunicación digital que no solo cuenta una historia, sino que la hace vibrar.
Nuestro enfoque es estratégico, auténtico y diseñado para que tus productos y servicios brillen tanto como tu compromiso con la innovación y la calidad. Si lo haces, nosotros lo contamos.